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Los factores que impulsan el potencial de inversión de la zona euro al siguiente nivel

Puntos clave

El mundo está cambiando en términos de poder, comercio y alianzas, y todo ello tendrá importantes consecuencias para Europa
El aumento del gasto en defensa y en I+D podría ser una bendición para el bloque y reforzar aún más su potencial de inversión
Al impulsar la competitividad, acelerar la agenda de sostenibilidad y mejorar la seguridad económica y política, Europa podría ampliar su universo de inversión

El mundo está cambiando y los inversores necesitan tener una visión clara de cómo y qué implica esto para Europa.

La hegemonía política liderada por Occidente se ve desafiada por unos Estados Unidos más orientados hacia sí mismos y por el refuerzo de la colaboración entre países como China, Rusia, la India y otras grandes economías emergentes.

Está claro que hay implicaciones significativas para el comercio, los flujos de inversión oficiales y privados, y la seguridad global. Europa es un importante bloque económico con una influencia política sustancial en el escenario mundial.

Sin embargo, el relato sobre las perspectivas europeas es menos claro. Para EE. UU., el futuro es una economía impulsada por la tecnología y más proteccionista. Para China, es sinónimo de reorientar su economía alejándose de las exportaciones y del gasto de capital dirigido por el Estado, hacia un modelo de servicios al consumidor de alta tecnología, con una influencia constante —económica y política— más allá de sus fronteras.

Simplificando, puede que otros se sientan obligados a alinearse con uno u otro, promoviendo el bilateralismo y el poder de negociación por encima del multilateralismo y la colaboración.


Otra dirección

Europa puede abrir un camino diferente. Se ha avanzado mucho en la creación de una economía europea unificada: el mercado único es un éxito, al igual que el euro. Sin embargo, la unificación de los mercados bancarios y de capitales ha sido dolorosamente lenta.

Todavía no existe un marco fiscal unificado ni un marco colectivo significativo para el mercado de bonos. Con demasiada frecuencia se considera que la regulación frena la innovación. Varios miembros de la Unión Europea (UE) se enfrentan a difíciles decisiones presupuestarias en un contexto de fragmentación política. A nivel externo, el actual conflicto de Ucrania crea una frágil situación de seguridad en el este del continente.

Es un hecho reconocido que Europa debe hacer frente a sus retos. En septiembre de 2024, el expresidente del Banco Central Europeo (BCE) y en su momento primer ministro de Italia, Mario Draghi, presentó un informe sobre la competitividad europea que ponía de relieve las principales vulnerabilidades en un mundo cambiante. En líneas generales, concluyó que Europa es más vulnerable a las alteraciones comerciales que EE. UU. o China; está más expuesta a las perturbaciones del mercado energético, va retrasada en la carrera tecnológica y gasta menos en defensa que otras grandes potencias.

Sus recomendaciones se centraron en recortar la brecha tecnológica con EE. UU. y China mediante el aumento del gasto en investigación y desarrollo, y la creación de un sistema financiero más favorable a la financiación de “startups” y la liberalización de los mercados de capitales. Draghi también instó a Europa a seguir buscando la descarbonización como forma de mejorar la seguridad energética y aumentar la competitividad.


Aumentar las apuestas

Desde la victoria del canciller Friedrich Merz en las elecciones federales alemanas de febrero, han aumentado las expectativas de un impulso significativo a la economía europea gracias a sus planes de aumentar el gasto en defensa e infraestructuras.

Estos planes se ajustan en líneas generales a las recomendaciones de Draghi, incorporando temáticas como la digitalización, la modernización de la red eléctrica y un mayor gasto en seguridad. Otros países miembros se han comprometido a aumentar el gasto en defensa, bajo la presión de las amenazas de Estados Unidos de reducir su compromiso con la seguridad europea. 

No está claro el momento en el que se producirá el aumento del gasto ni cómo se financiará en todos los países. Sin embargo, existe un claro potencial de aumento de la producción de varias industrias en las cadenas de suministro de los sectores de defensa, infraestructura, energía y comunicaciones. Esto ha respaldado la rentabilidad del mercado de renta variable en 2025.

En su reciente European Economic Outlook, la consultora KPMG argumentó que el aumento del gasto en defensa podría sumar alrededor de un 0,3% al PIB para 2030 y el aumento del gasto en investigación y desarrollo en el área de defensa podría contribuir aún más, con efectos indirectos positivos en diversas tecnologías que también beneficiarían a las actividades económicas civiles.1  Los títulos aeroespaciales y de defensa europeos han generado sólidos retornos totales en lo que va de 2025.

Europa sigue siendo líder en sostenibilidad y el Pacto Verde de la UE apoya la transición energética y una actividad inversora europea regida por factores medioambientales y sociales en una medida mucho mayor que en otras regiones. Junto con las ayudas públicas, esto también debería contribuir al crecimiento de la productividad a largo plazo. Un ejemplo de ello es el mercado de bonos verdes, que ha demostrado cómo los mercados financieros europeos pueden contribuir significativamente a la financiación de la transición.

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Potencial de inversión

Los aspectos positivos de las perspectivas europeas se basan sin duda en el reconocimiento, sintetizado por el informe Draghi, de la necesidad de impulsar la competitividad, acelerar la agenda de sostenibilidad y mejorar la seguridad económica y política.

La UE adoptó su «Brújula de la competitividad» a principios de 2025 para establecer «un camino para que Europa se convierta en el lugar donde se inventen, fabriquen y comercialicen las tecnologías, servicios y productos limpios del futuro”.2  Con las bazas actuales de Europa en áreas como las energías renovables, los servicios digitales y financieros y la tecnología, las oportunidades potenciales para los inversores de renta variable a largo plazo están claras. El hecho de que las empresas europeas tiendan a distribuir más a los inversores en dividendos también es interesante, aunque esto puede cambiar si la atención se centra en retener los beneficios para financiar la inversión.

Sin embargo, a corto plazo existen retos. Europa alcanzó un acuerdo comercial con EE. UU. a finales de julio, pero los exportadores europeos a EE. UU. seguirán enfrentándose a un aumento significativo de los aranceles. Europa es una economía más abierta que Estados Unidos o China y, como tal, corre el riesgo de cualquier cosa que menoscabe la competitividad de las exportaciones europeas o ponga barreras al comercio. Por ahora, se espera que una mayor claridad en el comercio limite las desventajas para el crecimiento económico.

La OCDE prevé que el crecimiento económico de la UE sea del 1,0% este año y del 1,2% en 2026.3  El panorama mundial seguirá siendo difícil, pero el descenso de los tipos de interés en la zona euro debería contribuir a respaldar el gasto interno. Actualmente, los mercados financieros no están entusiasmados con descontar nuevas rebajas de tipos del BCE, pero los tipos reales a corto plazo han caído a cero y las perspectivas crediticias generales en Europa son favorables a la inversión.

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Retos presupuestarios

Otra preocupación es la perspectiva fiscal de algunos países. La de Francia es especialmente preocupante, en vista de los recientes fracasos políticos a la hora de avanzar en la consolidación presupuestaria. Sin embargo, en conjunto, las perspectivas en este ámbito resisten bien en comparación con las de EE. UU., lo que debería traducirse en menores rendimientos reales de los bonos y una menor volatilidad del mercado. Los diferenciales entre los rendimientos de la deuda pública de la zona euro son bajos y más estables que en cualquier otro momento desde la crisis de la deuda europea hace más de una década, gracias a una mejora del crecimiento y la consolidación fiscal en países como España, Italia y Portugal.

La renta variable europea debería seguir ofreciendo un atractivo equilibrio entre crecimiento y retorno de las rentas durante el próximo año. El contexto de débil crecimiento del PIB no ha impedido que los beneficios empresariales crezcan a un ritmo elevado de un solo dígito. Entretanto, las empresas europeas se están adaptando a las oportunidades que ofrece la inteligencia artificial, así como a las oportunidades que brindan las temáticas estructurales comentadas anteriormente.

En renta fija, los bonos de alto rendimiento (high yield) han sido rentables, mientras que los diferenciales de crédito europeos reflejan la salud de los balances corporativos. El crecimiento debe ser más fuerte; es necesaria una mayor profundización e integración económicas, y hay que demostrar la capacidad de Europa para hacer frente a los retos que plantea el cambio geopolítico.

En última instancia, Europa puede ofrecer una alternativa diferente a los inversores, dada la creciente imprevisibilidad de Estados Unidos y los retos políticos que plantean otros destinos. Si los mercados europeos siguen prosperando, el euro se comportará bien y los inversores a largo plazo podrían verse recompensados con retornos saludables a medida que el crecimiento sea más sostenible en la región.

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