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Repercusiones de la crisis de Ucrania para los mercados y para la lucha contra el cambio climático

  • 26 Mayo 2022 (5 min de lectura)

Mientras prosigue la crisis de Ucrania, examinamos las posibles repercusiones para la economía mundial, la transición hacia las  cero emisiones netas y lo que esto significa para los inversores. Ante el aumento de los precios de la energía y la seguridad energética adquiriendo mayor importancia, no hay mejor momento para pasar a las energías renovables, si bien, por supuesto, la transición implicará un coste. Sin embargo, creemos que el camino hacia las cero emisiones netas  podría ofrecer una gran variedad de nuevas oportunidades para los inversores y es fundamental lograr un futuro más sostenible si queremos lograr crecimiento económico y rentabilidad financiera a largo plazo.

¿Cuáles son las repercusiones de la crisis de Ucrania para la economía mundial? ¿Podría producirse una recesión?

La invasión rusa de Ucrania ha implicado un terrible coste humano y ha dado lugar a sanciones por parte de Occidente a los dirigentes rusos, así como a determinados bancos y personas acaudaladas. Sin embargo, el impacto económico en su totalidad tendrá repercusiones mucho más amplias. El Banco Mundial ha calificado la guerra como una «catástrofe» que dañará el crecimiento económico1 y ha afirmado que el conflicto tendría «efectos económicos y sociales de gran trascendencia, más allá del impacto inmediato que ya está teniendo en las vidas y los medios de sustento de la población local».2

A raíz de la invasión y el aumento de la inflación, especialmente en lo que respecta a los combustibles y los alimentos, el Fondo Monetario Internacional ha recortado sus previsiones de crecimiento mundial. Ahora prevé que el crecimiento se ralentice desde el 6,1% que se estimaba en 2021 al 3,6% en 2022 y 2023, respectivamente, 0,8 y 0,2 puntos porcentuales por debajo de lo previsto en enero.3  Nuestras propias previsiones son incluso más bajas, del 3% y el 2,9%; los bancos centrales están acelerando cada vez más sus planes para endurecer la política monetaria —subiendo los tipos de interés y poniendo fin a la expansión cuantitativa o revirtiéndola— a pesar del deterioro de las perspectivas de crecimiento. 

Los mercados financieros e incluso los responsables de algunos bancos centrales ya abordan la posibilidad de que se produzca una recesión. Sin embargo, mucho dependerá de cómo evolucione el conflicto a partir de ahora. Prevemos que las economías europeas serán las más impactadas y creemos que es probable que el PIB de la zona euro se contraiga en el segundo trimestre de este año, pero no en el tercero. Ya hemos asistido a una contracción durante el primer trimestre en Estados Unidos y es probable que China se contraiga en el segundo, a raíz del repunte de los casos de coronavirus, pero es de esperar que rebote después. En conjunto, creemos que estas economías evitarán recesiones técnicas —es decir, dos trimestres consecutivos de contracción económica—, pero creemos que las economías europeas, incluido el Reino Unido, las evitarán por poco.   

¿Cómo está afectando la crisis al sector energético mundial en términos de suministro y precios?

Los mercados energéticos están experimentando una enorme volatilidad debido a la crisis de Ucrania. Rusia suministra a Europa el 45% del gas que consume y también aporta volúmenes significativos de otros combustibles fósiles (petróleo y carbón).4  La respuesta, rápida y unida, en la aplicación de sanciones  ha contribuido a la subida de los precios de la energía, incluida la más reciente prohibición parcial del petróleo ruso. Sin embargo, esta respuesta unida ha  suscitado dudas sobre la fiabilidad del suministro, que se han acentuado con la reciente suspensión del suministro de gas a Polonia y Bulgaria por parte de Rusia.

Por su parte, la Comisión Europea ha publicado REPowerEU, un plan de acción europeo  conjunto por una energía más asequible, segura y sostenible. El documento describe la viabilidad de poner fin a la dependencia europea del gas ruso "mucho antes del final de la década”.5 La estrategia  implica un enfoque conjunto que incluye la diversificación del suministro de gas, una mayor eficiencia energética —que reduzca la demanda—, una mayor generación con energías renovables y hacer frente a los cuellos de botella en las infraestructuras.

Nuestro análisis sugiere que, a corto plazo, se podría incrementar la generación de electricidad con carbón, lo cual implica emisiones de gases de efecto invernadero más altas, para compensar la caída a corto plazo del suministro de gas, con emisiones más bajas. Sin embargo, nuestra esperanza es que el aspecto negativo a corto plazo —una mayor combustión de combustibles fósiles— se vea compensado por un aspecto positivo a largo plazo, es decir, una transición más rápida hacia las energías renovables. La invasión rusa también ha disparado el precio del petróleo por encima de los 100 dólares por barril por primera vez en siete años, y ha seguido aumentando de manera considerable.

Más recientemente, los precios se volvieron a relajar después de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ordenara la liberación de una cifra récord de reservas al mercado con el fin de reducir la escasez de suministro y contribuir a frenar la inflación. Además, la preocupación por la desaceleración del crecimiento en China con motivo de la COVID-19 también ha provocado más presiones sobre los precios del petróleo.

¿Importa ahora mismo el cambio climático, teniendo en cuenta la tensa situación geopolítica?

El mundo se está calentando, lo cual tiene y seguirá teniendo graves consecuencias para las personas y el planeta. El cambio climático plantea un grave riesgo para la salud, la seguridad alimentaria y la integridad de la economía mundial. La urgencia de actuar ha aumentado notablemente, tal y como demuestra la oleada de fenómenos climáticos extremos que se han producido recientemente: temperaturas récord en América del Norte, incendios forestales en el Mediterráneo y California, así como inundaciones devastadoras en zonas de China y Europa.6

Si el mundo desea limitar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, como se establece en el Acuerdo de París de 2015, las emisiones mundiales de carbono deben alcanzar  las cero emisiones netas para 2050.7  Esto implica reducir drásticamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y alejar al sector energético mundial de los combustibles fósiles, hacia alternativas más ecológicas y renovables.

Sin embargo, se trata de un reto colosal ya que algunas de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero son, entre otras, el transporte (motores de combustión), la producción de electricidad, la industria, la agricultura y los inmuebles comerciales y residenciales. En febrero de 2022, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIECC) publicó su evaluación más reciente de la situación. Este organismo de las Naciones Unidas ha advertido de que «en las próximas dos décadas, el planeta afrontará múltiples e inevitables peligros climáticos », incluso aunque se logre limitar el calentamiento global a 1,5 °C.  Afirmó que incluso la superación temporal de este nivel de calentamiento provocará «graves impactos adicionales, algunos de los cuales serán irreversibles. Se incrementarán los riesgos para la sociedad, en particular para la infraestructura y los asentamientos costeros de baja altitud».8

Si no logramos culminar la transición hacia una economía baja en carbono, no tendremos un crecimiento económico sostenible y eso significa que no podremos tener un futuro sostenible y próspero.

¿Qué se está haciendo con respecto al cambio climático?

Los gobiernos y un grupo de empresas del sector privado han intensificado sus esfuerzos para hacer frente al cambio climático. En noviembre de 2021, los líderes mundiales se reunieron en Glasgow para la COP26 con el fin de tratar de asegurar un futuro más sostenible. Se discutieron una gran cantidad de objetivos y metas, pero el objetivo principal era confirmar la intención de  alcanzar las cero emisiones netas para 2050, manteniendo al alcance los objetivos más ambiciosos del Acuerdo de París. Resultó decepcionante que no acudieran los líderes de algunos de los mayores contaminantes del planeta, pero aun así se lograron avances.

La versión definitiva del Pacto Climático de Glasgow, firmada por cerca de 200 países, acelerará la acción climática; ahora se solicita a los gobiernos que aporten nuevas contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) para la descarbonización, centrándose en 2030, para la próxima COP, que tendrá lugar en Sharm El-Sheikh a finales de 2022. Anteriormente, la próxima publicación de NDC se preveía para 2025. Es la primera vez que el acuerdo incluye un plan para reducir el uso de combustibles fósiles —aunque la redacción definitiva prevé un compromiso con la «reducción paulatina» de la generación de electricidad mediante carbón—; resulta decepcionante que no se contemplara la «eliminación gradual» tras la presión de la India y China para quitarle fuerza al lenguaje.

En el sector privado, de las 2.000 empresas públicas más grandes del mundo, más de una quinta parte, el 21%, cuentan actualmente con compromisos de  cero emisiones netas, lo cual representa unas ventas anuales de casi 14 billones de dólares9 , incluidas empresas de sectores que son los mayores contribuyentes a las emisiones mundiales; por ejemplo, BP y Shell han establecido objetivos de cero emisiones netas.10 Además, los fabricantes de automóviles también están transformando su oferta de productos y compañías como Ford y Jaguar Land Rover están comprometiéndose a contar con gamas de vehículos totalmente eléctricos en la próxima década, pues los fabricantes tratan de  adelantarse a los acontecimientos y mantener el ritmo de la creciente demanda de los consumidores.11 En particular, las ventas mundiales de vehículos eléctricos alcanzaron los 6,75 millones de unidades en 2021, lo que supone un 108% más que el año anterior.12

El contexto de las políticas públicas ha evolucionado drásticamente, lo cual pone de manifiesto la solidez del compromiso de cero emisiones netas. Por ejemplo, ahora hay unas 2.000 leyes relacionadas con el cambio climático en todo el mundo, que contrastan con las escasas 35 normas de 1990.13 Asimismo, unos 50 países obtienen actualmente más del 10% de su energía de fuentes eólicas y solares según Ember, think tank del clima. La generación de energía a partir de la luz solar aumentó un 23% en 2021 y la energía eólica se incrementó un 14%, lo que significa que su aportación conjunta al suministro mundial de electricidad también superó el 10% por primera vez.14

¿Cómo podría repercutir la crisis de Ucrania  en la transición hacia las cero emisiones netas?

En este contexto, la Unión Europea (UE) importa el 90% de su consumo de gas, del que Rusia supone alrededor del 45%. Rusia también representa alrededor del 25% de las importaciones de petróleo y el 45% de las importaciones de carbón.15 Numerosos políticos ya están reivindicando que se vuelvan a poner en marcha las centrales de carbón cerradas en un intento por evitar la dependencia de la UE de Rusia para su suministro energético. 

Este sentido de urgencia es comprensible, quizás incluso necesario, pero podría resultar simplemente desastroso para el medio ambiente si las acciones de Rusia reactivaran las centrales que consumen combustibles fósiles, pues se pondrían en peligro el ritmo y la calidad de nuestro viraje a una economía global sostenible. Creemos que el fundamento para llevar a término la transición energética nunca ha sido mayor y que cada propuesta que sirva para retrasar el declive de los combustibles fósiles debería estar supeditada al máximo escrutinio.

La invasión rusa de Ucrania ha perturbado considerablemente a los mercados de la energía y ha acelerado la ambición de la UE de reducir su dependencia de los combustibles fósiles rusos. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha pedido que se tomen medidas urgentes para mitigar el impacto del aumento de los precios de la energía, diversificar el suministro de gas y acelerar la transición a energías limpias.

El plan de la Comisión Europea aspira precisamente a eso: lograr que Europa sea independiente de los combustibles fósiles rusos mucho antes de 2030. REPowerEU tratará de diversificar el suministro de gas, acelerar la introducción de gases renovables y reemplazar el gas que se destina a la calefacción y la generación de  electricidad. La UE considera que puede reducir su demanda de gas ruso en dos terceras partes antes de fin de año.16

Este momento podría ser una oportunidad para acelerar la transición de una manera que pueda ayudar a proteger a los países —y los inversores— de tensiones similares en los próximos años. El mundo sigue siendo demasiado dependiente de los combustibles fósiles para lograr una reducción significativa de las emisiones de dióxido de carbono a corto plazo. Los elevados precios actuales de las fuentes de energía intensivas en carbono deberían seguir reforzando la transición hacia las energías renovables en un momento en que se ven favorecidas por el descenso de la curva de costes a largo plazo  impulsado por la tecnología. Sin embargo, debemos reconocer que los acontecimientos recientes tendrán consecuencias a corto plazo.

¿Cuánto costará la transición energética?

El reto de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta las cero emisiones netas en las próximas décadas es ingente y su coste es considerable. Requiere un reajuste de la economía mundial desde cero, es decir, requiere cambios en cada hogar, oficina, fábrica, pueblo, ciudad y país del planeta. Dado que numerosos países se han comprometido a alcanzar objetivos de emisiones más estrictos, se han presentado estimaciones del coste de la lucha contra el cambio climático.

En su informe de 2021 sobre las perspectivas para la energía mundial, la Agencia Internacional de la Energía afirmó que los planes actuales para reducir las emisiones de carbono quedarían en torno a un 60% por debajo de su objetivo de cero emisiones netas para 2050. Indicó que, para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas y cerrar la brecha, se necesitan inversiones anuales de hasta 4 billones de dólares durante los próximos 10 años.17

Según McKinsey & Company, el gasto de capital en activos físicos con miras a la transición hacia las cero emisiones netas tendrá que alcanzar un promedio de 9,2 billones de dólares al año hasta 2050, lo que supone unos 3,5 billones de dólares más que los niveles actuales. La consultora afirmó que el gasto podría alcanzar un máximo equivalente al 8,8% del PIB mundial entre 2026 y 2030, pero se situaría en una media del 7,5% entre 2021 y 2050 en conjunto. Su informe concluye que la transición hacia las cero emisiones netas «no solo creará oportunidades económicas inmediatas, sino que también abrirá la perspectiva hacia una economía mundial fundamentalmente transformada con costes energéticos más bajos y muchas otras ventajas».18

¿Qué supone para los inversores?

El camino hacia las cero emisiones netas es sumamente significativo para los inversores. Durante mucho tiempo, hemos defendido las oportunidades de inversión que brinda la transición energética. Centrarse en la reducción del carbono como tema de inversión es incluso más importante hoy a raíz de la crisis de Ucrania y los análisis actualizados recientemente sobre el cambio climático. Es de esperar que la transición pueda llegar a beneficiar a aquellas empresas que desarrollen tecnologías que contribuyan a la descarbonización y la eficiencia energética. Los inversores están encontrando un universo cada vez más grande de activos verdes en los que invertir.

Las oportunidades de inversión en empresas que van camino de cumplir sus objetivos de neutralidad de emisiones de carbono y que son capaces de gestionar sus cadenas de suministro para que estén menos expuestas a crisis, así como de centrarse en brindar empleo  equitativo, flexible y bien remunerado, son el nirvana de los inversores responsables. Al mismo tiempo, evitar la exposición a activos de países que no alcanzan los estándares internacionales en materia de derechos humanos, diplomacia y normas medioambientales debería ser la lección que extraigamos de los acontecimientos recientes y que nos guíe a partir de ahora.

La pregunta que todos debemos hacernos es si nuestras carteras están alineadas con un futuro sostenible para el planeta y la sociedad o si contribuyen a mayores niveles de degradación medioambiental y de desigualdad social. Los inversores deben ser conscientes de los riesgos de invertir en negocios que podrían quedar a la zaga debido a su huella medioambiental o a malas prácticas sociales y de gobierno corporativo.

En cuanto a los riesgos normativos y políticos, los inversores deben tener en cuenta que una herramienta que los gobiernos tienen a su disposición para abordar el impacto de las emisiones es aumentar la tributación. Si las empresas tienen que pagar más por emitir gases de efecto invernadero, su rentabilidad se verá afectada y, por ende, también la de los inversores. Los consumidores también pueden influir en este sentido, reduciendo la demanda de bienes y servicios de una empresa si se considera expuesta a riesgos por el cambio climático, si contribuye al aumento de las emisiones o si lleva a cabo otras prácticas insostenibles.

¿Qué oportunidades de inversión ofrece la transición energética?

Teniendo en cuenta el nivel de inversión que se requiere para  alcanzar el objetivo de cero emisiones netas, creemos que hay un sinfín de oportunidades de inversión potenciales a largo plazo. Los avances hacia la descarbonización determinarán cada vez más la asignación de capital y los inversores activos y responsables están desempeñando un papel fundamental para respaldar este cambio. Hoy en día, los inversores disponen de una gama cada vez mayor de activos verdes en los que invertir, incluidas las nuevas tecnologías que se están empleando para contribuir a la transición hacia una economía más limpia. Esta tecnología, relacionada tanto directa como indirectamente con la transición energética, está evolucionando rápidamente. Ya estamos asistiendo a avances bastante maduros en los ámbitos de las energías solar y eólica y otras fuentes de energías renovables, pero su escala todavía debe aumentar en gran medida para contribuir plenamente a la lucha contra el cambio climático. A continuación, repasamos algunos de los temas y las áreas que consideramos que son oportunidades clave de inversión a largo plazo:

  • Energías renovables: La electrificación es un ámbito de especial interés para los inversores: desde el transporte hasta la calefacción de las viviendas, hasta eventualmente algunos de los procesos industriales más complejos. Los combustibles alternativos como el hidrógeno y sus tecnologías relacionadas son un tema muy emocionante que ofrece numerosas oportunidades de inversión.
  • Energía inteligente: El despliegue de capacidad de energías renovables sigue su ritmo, pero, para alcanzar su pleno potencial, necesita una mejor infraestructura digital y física; de hecho, se requieren unos 5,8 billones de dólares de inversiones anuales en suministro de energía durante los próximos 30 años para alcanzar las  cero emisiones netas.19
  • Transporte: Las oportunidades de inversión están aumentando en los ámbitos de infraestructuras de carga de vehículos eléctricos, baterías, telemetría y chips; se prevén ventas de alrededor de 66 millones de vehículos eléctricos al año en 2040, frente a los exiguos tres millones de vehículos de 2020.20
  • Agricultura: Creemos que el segmento agrícola puede suponer una gran oportunidad, ya que la transición energética impulsa el crecimiento en numerosos ámbitos, desde un uso más eficiente del agua, hasta la agricultura vertical y la carne de laboratorio. De hecho, se estima que para 2030 el valor estimado del mercado de alimentos de origen vegetal será de unos 162.000 millones de dólares, frente a los 29.400 millones de dólares de 2020.21
  • Reciclaje: Reducir los residuos y el uso de materias primas pasará a ser una prioridad a medida que las empresas adopten un enfoque circular hacia su negocio y se prevé que el mercado mundial del reciclaje de dispositivos electrónicos alcance los 114.000 millones de dólares para 2025.22

El rumbo está claro: los inversores desean ver cambios y el viraje hacia un mundo de  cero emisiones netas traerá consigo numerosas oportunidades; los avances hacia la descarbonización determinarán cada vez más la asignación de capital y los inversores están desempeñando un papel clave al respecto. Resulta significativo que las ventas de carteras centradas en criterios ESG de todo el mundo continuaran avanzando al alza en 2021. Según los datos de Morningstar, el número de fondos sostenibles en todo el mundo alcanzó los 5.932 a finales del año pasado, lo que supone un incremento del 11% en los últimos tres meses de 2021, frente a los 5.330 fondos del tercer trimestre.23

En última instancia, alcanzar los objetivos del Acuerdo de París de 2015 requerirá avanzar de forma concertada y unida hacia una economía más limpia con el fin de reducir la cantidad de carbono que producimos. En este momento, existe impulso para conseguirlo y consideramos que dará lugar a un futuro económico más fuerte y más sostenible, con el potencial de mejorar los rendimientos financieros a largo plazo.

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